El mayor proceso electoral que se haya celebrado en México está a solo unos días. La magnitud del mismo es inédita: un padrón de casi 100 millones de electores, la renovación de la Presidencia, los 128 senadores y 500 diputados federales.

A nivel estatal, 9 gubernaturas (incluida la Ciudad de México), 31 congresos locales integrados por mil 98 diputaciones más mil 802 ayuntamientos en 30 estados.

Por si fuera poco, las presiones económicas, los factores climáticos, los grandes problemas nacionales y el deterioro interno representan serias amenazas sobre la democracia, las instituciones, la inseguridad y el propio proceso electoral. Existen algunos puntos sobre los que habría que reflexionar y ponderar.

1. Dogmatismo, Autocracia y Egolatría

La base de la Democracia la constituyen factores como la libre expresión de las ideas, el disenso, la transparencia, rendición de cuentas, división de poderes, la crítica y la fiscalización institucional de las autoridades.

Luego entonces, hablar en contra del gobierno no puede jamás ser objeto de la más mínima censura, descalificación, persecución o violencia agresivo-pasiva. Ni los ciudadanos, los medios de comunicación, los representantes de otros poderes, los líderes de opinión, ni los analistas; nadie está para quedar bien con ningún gobernante y mucho menos para servirle de comparsa zalamera.

Motivante de votar es exigir cuentas, demandar resultados y acabar con el proteccionismo y defensa a ultranza de los excesos, corrupción, nepotismo y las complicidades con las que se suponía se daría una lucha frontal.   

La diferencia, la divergencia, el distanciamiento son parte de la naturaleza humana, nadie puede pasar por encima de eso, el gobierno es la expresión organizada de la sociedad, no se le debe nada, no se le puede reservar nada. De los asuntos públicos, toda la información debe fluir, ser transparente, no es propiedad particular.

Los recursos públicos que se ejercen son generados por los ciudadanos; los programas no deben ser caprichos, favores o concesiones graciosas de nadie, mucho menos ser la compra descarada del voto de tiempo completo disfrazado de apoyos sociales. 

2. Violencia e inseguridad

Este proceso está nuevamente empañado por una violencia abierta, diversos aspirantes a puestos de elección se vieron forzados a renunciar, declinar o de plano desaparecerse. Incluso las autoridades electorales, promotores, familias, activistas, comunicadores y equipos de campaña trabajan bajo altos niveles de riesgo.

Si la inseguridad forma parte de la vida cotidiana, está arraiga y puede ser un factor decisivo en las elecciones, entonces la libertad de elegir -simplemente- no existe. El miedo, la incertidumbre, la cancelación de los derechos fundamentales, el sometimiento de la voluntad popular son las más graves expresiones del estado actual de las cosas.    

La violencia imperante se extiende también a nivel de calle. Discusiones, enfrentamientos, agresiones entre militantes y simpatizantes, a la orden del día. Parece además que esto ya se volvió una práctica regular y más evidente durante la época electoral  

3. Propaganda tóxica

Agresiones, acusaciones, desmentidos, agresiones, demandas, ese es el guion eterno y repetitivo de los discurso y debates, una comunicación política llena de ofensas más que de propuestas.

Planes, proyectos, ideas, soluciones, compromisos brillaron por estar ausentes. Sabemos más de todas las graves omisiones y tremendas carencias de lXs postulantes que de lo que será su gobierno; lo que nos hace preguntarnos seriamente ¿Hacia dónde va el país? ¿ya se perdió (o parece que nunca se tuvo) la capacidad de crear líderes a la altura de los grandes retos?

De por sí ya en duda desde procesos anteriores, actualmente hasta los sondeos, las encuestas y las propias empresas dedicadas a estas actividades se volvieron parte de este caudal de descalificaciones propagandísticas. Lo que también reduce la certidumbre del proceso.

Bajo sospecha caen también las instituciones, los recursos legales, las instancias de defensa del voto, a lo largo de estos años se ha quitado merito a todo el esfuerzo ciudadano de contar con garantías, imparcialidad, limpieza, transparencia, sobriedad y confianza en las contiendas electorales.

4. La sociedad todo lo paga

Cada oportunidad de elegir que se nos presenta en la vida representa escenarios, cosas buenas que pueden pasar, grandes cambios, ajustes, decisiones transcendentales.

Votar debe servir para construir un mejor futuro, una nación libre, plena, justa, equitativa, igualitaria, segura y democrática. Todos los adjetivos que quieras, al final solo ten presente que todo lo que se haga desde el gobierno va de regreso.

Impuestos, precios, deuda, inflación, tipo de cambio, empleos, inversiones, nearshoring, energía, especulación, alianzas, capital, empresas -oh si- todo se mueve, todo reacciona, todo busca respuestas, todo está al pendiente de que decidas.

Tu decisión tendrá efecto en tu bolsillo, en tus aspiraciones, en tu seguridad, en tus costos de vida, en tus oportunidades de empleo y educación, servicios de salud, sustentabilidad, crecimiento, alimentación, agua, contaminación, entre otros. Implicará mejores o peores esfuerzos, nuevos enfoques, nuevas ideas, perspectivas, alcances, logros. Invierte tu voto pensando en lo mejor para ti.

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