En las elecciones del Estado de México en 2021, el gobernador Alfredo de Mazo exigió tener el control sobre los temas estratégicos de la campaña.

Operó para que Alejandra del Moral fuera la candidata y dejó en el camino a perfiles fuertes y competitivos, como Ana Lilia Herrera, diputada federal y presidenta estatal de su partido.

También, como producto de las negociaciones con el PAN, el diputado local y ex alcalde de Huixquilucan, Enrique Vargas, se hizo a un lado.

Los resultados son conocidos, el PRI perdió en una de las entidades con mayor arraigo e historia.

Pronto se supo que muchos de los grupos, con aliento o sin reproche del mandatario, trabajaron en realidad para Morena y su candidata, Delfina Gómez.

Fue en ese contexto, por demás difícil, en el que Del Moral dio una pelea meritoria, se mantuvo firme y alertó sobre las consecuencias del triunfo de la 4T en uno de los últimos bastiones del PRI.

Si de algo se puede quejar Del Moral, y con razón, es que el gobernador, su exjefe, no hizo nada de apreciable para apoyarla, más allá de la candidatura.

Los objetivos de Del Mazo eran otros, los más evidentes, los de mantener un acuerdo con Palacio Nacional para evitar contratiempos posteriores.

A pesar de esto, Del Moral logró dos millones 838 mil sufragios, frente a los tres millones 360 mil votos que obtuvo Gómez, lo que significa una diferencia de 8.4 puntos, muy lejanos a los entre 15 y 20 que pronosticaron algunas encuestas que luego fueron sancionadas por el Tribunal Electoral del Estado de México, debido a su falta de rigor metodológico y a las confusiones que ello pudo generar en los votantes.

En febrero de este año, luego que renunció a competir por una diputación plurinominal, Del Moral se reunió con Xóchilt Gálvez, con quien se tomó una fotografía para las redes sociales, y dijo: “soy y seré priista por convicción y con cargo y sin cargo, en la victoria y en la derrota, he probado ambas sopas y sigo firme en mis convicciones.”

Tres meses después eso se derritió y la siguiente selfi ya fue con Claudia Sheinbaum, porque conversaron “y se dieron cuenta de sus coincidencias”.

Las traiciones son comunes en la política y en las campañas. En la recta final suelen desatarse las declinaciones de bajo o nulo impacto en la decisión ciudadana, pero que alcanzan para una foto.

Lo de Del Moral tiene mayor notoriedad porque fue candidata a gobernadora, pero tampoco significará un traslado de votos, porque no cuenta con ellos.

Para que eso ocurriera, se habría requerido algo más que el anuncio de su baja al partido en el que tuvo diversos cargos y oportunidades.

Alguien la convenció de sumarse a la carreta en apariencia ganadora.

Lo que obtenga será menor a lo que ya perdió, la coherencia y la imagen de una política que había resistido y que estaba convencida de que el riesgo mayor en la actualidad es de orden democrático.

Pronto sabremos de la recompensa, si es que la hay, porque lo que ahora importa es la suma de los impactos en las redes y lo que ello pueda significar para quienes acudirán a las urnas este domingo, a sabiendas de que algunos de los políticos pueden ser muy elásticos en las convicciones.

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