Los precios de las materias primas han experimentado un repunte en meses recientes en sus tres grandes grupos (energéticos, agropecuarios y metales) debido a una combinación de factores. Por el lado de la demanda, la resiliencia de economías como Estados Unidos, India, e inclusive China, han dado sustento a la reciente alza en precios. Sin embargo, los factores de oferta han sido mucho más significativos, especialmente dos: problemas medioambientales y conflictos geopolíticos. Este artículo se enfocará principalmente en estos últimos, así como en los retos que esta coyuntura representa para la inflación y la política monetaria global.

El cambio climático es una realidad muy preocupante

Las búsquedas relacionadas a cambio climático en Google Trends han aumentado sustancialmente en los últimos doce meses debido a los más recientes problemas observados en muchas regiones. Esto se debe en parte a El Niño-Oscilación del Sur, un fenómeno climático natural a gran escala que resulta en fluctuaciones de la temperatura del océano en el Pacífico ecuatorial. En este contexto, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA, por sus siglas en inglés) desarrolla el Indice Oceánico de El Niño, una medida para identificar estos periodos. De acuerdo con dicho índice, desde abril de 2023 hasta marzo de 2024 (último dato disponible) nos encontrábamos en El Niño.

Sin embargo, se anticipa con una alta probabilidad que para abril-julio estemos en una situación neutral y que La Niña se desarrolle entre junio-agosto de 2024. Ambos fenómenos generan disrupciones muy importantes en el clima que afecta a varios cultivos en el mundo, ocasionando disrupciones en las cadenas de suministro, lo que a la postre ha resultado en un aumento en precios. Estos problemas van desde sequías en México y otros países latinoamericanos, contrastando con inundaciones en algunos países africanos o asiáticos. Los científicos consideran que el cambio climático probablemente hace que los efectos de estos fenómenos sean más extremos. Pero más allá de ello, el calentamiento del planeta ha ocasionado un cambio en los patrones climáticos en un sinnúmero de países.

De acuerdo con la NOAA, el aumento en la temperatura promedio en el mundo en la actualidad es de 1.2 grados centígrados respecto a lo experimentado en los 100 años desde 1890 a 1990. De hecho, la misma agencia ha determinado que la temperatura anual del planeta ha aumentado en promedio 0.06 °C por década desde 1850 y más de tres veces esa tasa desde 1982.

Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas y una diversidad de instituciones multinacionales han advertido que para 2030 y 2050 podría continuar esta tendencia si no hay un cambio significativo en los patrones de consumo y producción del mundo. En ello recae la importancia de la implementación de políticas ASG y todos los compromisos que han surgido del Acuerdo de París, las reuniones sobre el cambio climático de la ONU (COP), entre otros.

Estos problemas medioambientales impactan directamente en los precios de los commodities alimenticios, que dependen de condiciones climatológicas específicas para su producción. Entre ellos está el cacao, que se ha incrementado a niveles récord este año, o el maíz y trigo cuyos precios han comenzado a incrementarse en el último par de meses. Los problemas también repercuten en la industria pecuaria o en la producción de otros bienes de consumo humano. Esto sugiere un reto importante en diversas aristas. Entre ellas, las estrategias que pretenden reducir las brechas de pobreza en el mundo, las medidas de mitigación de riesgos con el uso de la tecnología e inclusive el desarrollo de instrumentos financieros, así como para el combate contra la inflación de los bancos centrales.

Los conflictos armados también han generado presiones en precios

El mundo está inmerso en un ambiente de riesgos geopolíticos importantes, destacando principalmente los conflictos armados que continúan en Ucrania y el Medio Oriente. Esta situación también ha implicado una afectación en la oferta de materias primas, y como consecuencia, en un aumento en los precios. Por ejemplo, la guerra entre Ucrania y Rusia está teniendo lugar entre países que son exportadores importantes de petróleo y gas natural, así como de granos y fertilizantes.

En Medio Oriente, lo que ha sucedido en la franja de Gaza y los ataques entre Israel e Irán, han provocado incertidumbre en torno a la comercialización de commodities energéticos, especialmente el petróleo. Tal como lo analicé en mi artículo “Afectaciones Del Mar Rojo sobre la inflación y el comercio” del 9 de febrero de este año, las repercusiones sobre el comercio exterior son múltiples. Solo por poner un ejemplo, los precios de las principales referencias del petróleo se han incrementado en 14% en lo que va del año.

También en los metales. Por un lado, metales preciosos como el oro, que fungen como refugio de valor, alcanzaron máximos en algún punto de este año como respuesta a la incertidumbre sobre cualquier escalamiento en las tensiones geopolíticas en Medio Oriente. Por otro lado, metales básicos han reaccionado tanto a la mayor demanda de países con buenas perspectivas de crecimiento (e.g. Estados Unidos), así como la influencia que puedan tener los conflictos previamente citados en su comportamiento.

La estrategia de la OPEP+ y su impacto en los precios del petróleo

A inicios de abril, la OPEP y países aliados decidieron mantener los recortes de suministro de petróleo –anunciados originalmente en octubre de 2022 y sufriendo varias modificaciones en el camino– al menos durante la primera mitad de 2024. Actualmente, el retiro total de la oferta del grupo es de alrededor de 6 Mbbl/d. En este sentido será de gran importancia la reunión del Comité de Monitoreo de la organización el próximo 1 de junio.

Esto ha resultado en mercados globales que continúan ajustados y que potencialmente podrían implicar incrementos adicionales de precios hacia delante. Esta situación tiene lugar en un momento muy complejo para Estados Unidos, cuyas reservas estratégicas continúan en niveles muy bajos, lo cual implica un menor margen de maniobra para contener los precios de las gasolinas previo a la elección general del 5 de noviembre.

En suma, toda esta situación implicará un panorama muy complejo, no solamente para los precios de las materias primas, sino por su potencial efecto sobre la estructura de costos de las empresas. Por ende, también para la inflación que enfrentarán los consumidores en todo el mundo. El reto tiene múltiples dimensiones, destacando la dificultad para cerrar brechas de pobreza, así como el complejo panorama que estarán analizando los bancos centrales. Si bien este año implica un cambio de paradigma importante para la política monetaria global por el inicio de los recortes de tasa de interés que se espera en la gran mayoría de los países, es importante enfatizar la narrativa más restrictiva del Fed y otros bancos centrales al reconocer estos riesgos que podrían complicar la convergencia de la inflación hacia niveles consistentes con sus mandatos.

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Alejandro Padilla es Director General Adjunto de Análisis Económico y Financiero de Grupo Financiero Banorte. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de Grupo Financiero Banorte ni sus subsidiarias o filiales.

Cuenta de Twitter: @alexpadillasan

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