El respaldo para Claudia Sheinbaum resultó contundente. Nadie le puede escatimar legitimidad a su triunfo.

Que una mujer llegue a la presidencia de la República es también un paso trascendente.

Los votantes, además, le dieron la fuerza suficiente para impulsar un cambio en el sistema electoral y en el de justicia, ya que todo indica que Morena y sus aliados podrán modificar la Constitución sin necesidad de negociar con las minorías.

Es factible que antes del 1 de octubre, cuando rendirá protesta, ya estén aprobadas las reformas que integran el Plan C.

Pero también podría ser que la próxima presidenta de la República busque un camino distinto, en el que se contemple el fortalecimiento del INE y del TEPJF y no su debilitamiento o destrucción.

Tampoco resultaría insólito que busque una salida al tema democrático que se inscriba, de nueva cuenta, en los esfuerzos que realizó la propia izquierda mexicana al menos desde los años setenta.

Hay poco optimismo en este aspecto, porque la elección de consejeros del INE, magistrados electorales y ministros de la Suprema Corte por voto popular es un anhelo de Palacio Nacional que inclusive se convirtió en instrucción y promesa de campaña.

De igual forma lo es la propuesta de desmantelamiento de órganos autónomos, como el INAI, que es central en el aliento de transparencia y la protección de los datos personales; el Instituto Federal de Telecomunicaciones, que es decisivo en el tema de las concesiones del espacio radio eléctrico o la Comisión Federal de Competencia Económica, la que es garante el funcionamiento de los marcados con apego a las reglas. 

Pronto sabremos cuál es la ruta para seguir, aunque hay que advertir que en el mensaje que pronunció, luego de que el INE anuncio que le favorecían las tendencias, habló de “un México plural, diverso y democrático, sabemos que el disenso forma parte de la democracia, y aunque la mayoría del pueblo respaldó a nuestro proyecto, nuestro deber es y será velar por cada uno y uno de los mexicanos sin distingos.”

Hizo énfasis en un asunto más que relevante: “así que, aunque muchas mexicanas y mexicanos no coincidan plenamente con nuestro proyecto, habremos de caminar en paz y armonía para seguir construyendo un México justo y más próspero”. 

En otro contexto sería un refrendo protocolario de quien triunfó, pero en nuestros días puede tener un significado relevante sí es que es así, porque sería el primer contraste ante el estilo polarizador del presidente López Obrador.

Claudia Sheinbaum, quien a más tardar en septiembre tendrá el rango de presidenta electa, está en posibilidad de hacer un llamado al acuerdo y buscar convergencias en temas tan urgentes como el de la seguridad, donde las cosas no están nada bien y pueden empeorar.

Ganó con contundencia y en sus manos está el dejar atrás el encono. Ojalá.

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