Por: Fernanda Domínguez

¿Conoces a un economista? Si la respuesta es sí, entonces sabes que, quienes estudian esta carrera, adquieren habilidades que les permiten desmenuzar problemas y plantear soluciones creativas. Esta capacidad, además de la flexibilidad de especialización que les permite una carrera en ciencias sociales, es la rampa de lanzamiento que les permite encontrar un nicho en una amplia gama de industrias. 

La economía no sólo es el estudio de los recursos, es también la ciencia de la elección. Estudiar Economía proporciona un marco que puede usarse para analizar cualquier proceso mental que se siga en la toma de decisiones y entender los costos, las oportunidades y los impactos que tienen, no importa si ésta es tomada por un individuo, un hogar, una familia, una empresa o el gobierno.

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El papel de los economistas ha evolucionado a la par de las sociedades y, con esto, su peso en la toma de decisiones de los países. El origen de la economía surge de la administración del oikos (hogar en griego). La oikonomía se concentró en esta unidad social y no fue sino hasta el siglo XVIII que surgió el pensamiento económico como se conoce hoy. Desde entonces, el papel de la economía ha migrado hacia fenómenos económicos en las comunidades, ciudades y países. 

En comparación con carreras como la Medicina o la Ingeniería Civil, la Economía es una carrera universitaria relativamente nueva: está por cumplir sus primeros 100 años en México. Y aunque tardó varias décadas en consolidarse, un siglo ha bastado para que produjera grandes economistas reconocidos internacionalmente por su aportación en la función pública, como Antonio Ortiz Mena (de Hacienda), la legisladora Ifigenia Martínez, Agustín Carstens (de Banxico), Santiago Levy (del IMSS) o Jesús Silva Herzog, fundador de la carrera de Economía en México. 

Hay quienes culpan a los economistas por no saber resolver la desigualdad actual, o por no poder predecir fenómenos socioeconómicos con exactitud. Sobre todo, se culpa a aquellos economistas que se desarrollan en el servicio público. Binyamin Appelbaum, autor que escribe en The New York Times, acusó a los economistas de tener un impacto negativo en el diseño de la política pública con su artículo “Culpe a los economistas por el desastre en el que estamos”, especialmente cuando este tipo de profesionistas se volvieron el canon del servidor público a mediados del siglo XX. 

Sin embargo, otros puntos de vista, como aquel del reconocido economista mexicano Víctor Urquidi durante su discurso “La responsabilidad de la economía y del economista”, subraya que la capacidad de supervivencia del Estado depende del bienestar de su población, y recae en los economistas y en su ingenio. De acuerdo con Urquidi, la vida de la sociedad está gobernada por la planeación económica. 

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Independientemente de las opiniones, los economistas influyen en gran medida en nuestra cotidianeidad. Han diseñado estrategias de recuperación económica en las posguerras, propuesto soluciones para reducir la brecha de ingresos y la desigualdad económica, y delineado políticas públicas para acelerar el crecimiento económico a nivel global que se traduzca en mejor calidad de vida para sus habitantes. Si bien no son omniscientes (nadie lo es), los economistas han planteado soluciones a grandes problemas y preguntas complejas.

Esta responsabilidad que se les atribuye a los economistas no es en lo más mínimo algo trivial y resulta de gran significancia en un país como México, con enormes retos económicos y sociales, así como altos niveles de desigualdad y pobreza. Este peso, sin embargo, se carga entre pocos. 

De acuerdo con “Compara Carreras”, una herramienta del Instituto Mexicano para la Competitividad (Imco) que busca conocer el panorama de cada carrera, hoy México tiene poco menos de 129,000 economistas, lo cual representa 0.9% de todos los profesionistas en el país. En comparación con otras licenciaturas populares, como Administración (10.8%), Medicina (3.5%) o Ingeniería Química (1.8%), la Economía continúa siendo de nicho. 

En realidad, la demanda por estudiar Economía ha crecido, pues, en los últimos 15 años, el número de egresados de esta carrera aumentó 23%. 

Asimismo, la tendencia de crecimiento desde 2006 ha sido similar para mujeres y hombres, pero, a pesar de que es una carrera casi paritaria (58% hombres, 42% mujeres), la presencia de hombres ha sido mayor desde 2005. 

En los últimos 15 años, la matrícula de mujeres creció 18%, mientras que la de hombres lo hizo en 27%. Quedará ver si esta tendencia se mantendrá.  

¿Cuál es el panorama actual que enfrentan los economistas en el mercado laboral? 

De acuerdo con la ENOE, el 90.1% de los y las economistas cuenta con empleo formal. Si bien esta tasa es buena, está más de seis puntos porcentuales por debajo del promedio nacional de ocupación. Sin embargo, aquellos economistas con empleo tienen una tasa de informalidad 20% más baja que otras profesiones. Esto se traduce en mayor estabilidad económica, pero también en mejor seguridad social y mayores probabilidades de crecimiento para quienes egresan de esta carrera. 

Todos los elementos anteriores deben ser puestos en una balanza al escoger la carrera, y considerar los porcentajes de empleabilidad o formalidad es crucial. Sin embargo, hay factores adicionales que deben incluirse en esta ponderación, como, por ejemplo, las habilidades que adquiere un economista durante la carrera. 

Además de herramientas técnicas, los economistas obtienen una manera muy particular de desmenuzar y analizar el mundo. Por su capacidad analítica y metódica, los economistas pueden ser camaleones y adaptarse laboralmente a entornos en múltiples sectores e industrias. Si la economía es la ciencia de la elección, los economistas pueden adaptarse a cualquier ambiente porque las habilidades que desarrollan pueden implementarse en el análisis de toda decisión. Y decisiones por tomar sobran. 

Esta versatilidad permite que los egresados de Economía puedan adaptarse y aportar en diferentes sectores. El 60% de los economistas trabaja en servicios profesionales; no obstante, únicamente uno de cada 10 economistas opta por trabajar por cuenta propia. El restante 75% ocupa actualmente puestos de subordinación en México. 

En consecuencia, los y las economistas difícilmente podrán ser marcados bajo una misma etiqueta o empaquetados en un mismo cajón. Esta flexibilidad de especialización que la carrera de Economía otorga al estudiante le da la oportunidad de autodefinirse con base en sus gustos y habilidades y redefinir su perfil en función de su camino profesional. 

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El campo laboral de los economistas es tan amplio como lo sean sus habilidades y su manera de pensar. Y aunque esta carrera les abre muchas puertas, cada economista debe encontrar su propio nicho. El reto para los nuevos economistas radica en perpetuar la creatividad de análisis y solución para mejorar el manejo de la escasez, de los recursos, de la eficiencia y del tiempo, pero, sobre todo, para analizar las decisiones tomadas para que México sea mejor. 

Como persona no economista, desconozco la responsabilidad que conlleva serlo. Pero, como profesionista, he estado rodeada de ellos y he aprendido tres lecciones: sustentar con mente, analizar con lupa y proponer con razón y corazón.

 

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