La política monetaria global continúa sorteando una oleada de factores que han complicado las decisiones de los bancos centrales. Tal como lo escribí en el artículo “Cambio de paradigma en la política monetaria”, en la versión impresa de Forbes México de abril, nos encontramos en un punto de inflexión importante en donde las autoridades monetarias comenzarán a recortar tasas de interés en 2024, pero en medio de un nuevo paradigma que podría implicar niveles altos por mucho más tiempo ante las secuelas originadas por la pandemia, entre otros factores.

En este sentido, el Banco de la Reserva Federal (Fed) muy probablemente continúe siendo de los más restrictivos y optará por un enfoque mucho más prudencial ante las condiciones de la economía de EU. Esto contrasta con otros bancos centrales, como el caso del Banco Central Europeo (ECB por sus siglas en inglés), quien cortó por primera vez sus tasas de interés de referencia en este mes de junio. Este artículo pretende dilucidar algunos de los factores que continuará analizando el Fed y que forman parte de su estrategia sobre la conducción de la política monetaria.

Mercado laboral aún sólido, pero con claroscuros en el futuro

Estados Unidos continúa en pleno empleo y con una dinámica de crecimiento aún favorable, a pesar de algunas cifras de alta frecuencia que recientemente han mostrado cierta moderación. Aun así, la actividad económica ha estado sustentada por el consumo privado y la inversión. En esta coyuntura, el mercado laboral continúa con un paso firme. La creación de empleo formal ya se encuentra muy por arriba de los niveles pre covid, regresando al sendero de crecimiento secular que habría alcanzado en el caso hipotético de que no hubiera existido la pandemia.

En el periodo de enero-mayo del 2024 se añadieron 1.2 millones de puestos de trabajo, lo que implica un promedio de 247.5 mil por mes. Este último no refleja un gran cambio respecto a los 251 mil en promedio al mes del 2023, aunque en una etapa más tardía y con una base de comparación más complicada. Aun así, probablemente la segunda mitad del año podría experimentar una desaceleración en la creación de plazas y una tasa de desempleo que suba ligeramente por arriba del 4%.

Este buen desempeño del mercado laboral ha sido un factor que ha alimentado algunas preocupaciones sobre las presiones de demanda, lo que continúa advirtiendo el Fed como un riesgo para los precios. Especialmente, al no haber permitido una convergencia más rápida de la inflación hacia el objetivo del 2%, particularmente la de servicios. Más aún, los incrementos en salarios siguen siendo determinantes para la narrativa restrictiva del banco central.

La inflación ha cedido, pero los retos prevalecen

La inflación general anual se ha estabilizado entre 3 y 3.5 por ciento, bajando desde un nivel muy elevado de 9.1% en junio de 2022, el más alto en cuatro décadas. Si bien esto ha sido una mejora sustancial, algunas situaciones podrían complicar el último tramo de la convergencia hacia el objetivo del Fed del 2%. Entre ellas destacan las presiones en la inflación de servicios, la reticencia de caídas adicionales en los precios de algunas materias primas, los cambios en los patrones de consumo de los hogares post pandemia, así como algunos efectos rezagados del fuerte estímulo fiscal de inicios del confinamiento, entre otros.

Otros factores importantes incluyen la escasez de mano de obra en algunas industrias (e.g. actividades terciarias), riesgos climatológicos, la incertidumbre geopolítica y tensiones comerciales con China, todas ellas constituyendo un desafío mayúsculo para Powell y el resto de los miembros del comité que toma las decisiones de política monetaria (FOMC, por sus siglas en inglés).

Atención sobre temas de estabilidad financiera

El último Reporte de Estabilidad Financiera del Banco de la Reserva Federal, publicado en abril de este año, destacó que una de las máximas preocupaciones de los agentes económicos entrevistados es el riesgo de una postura monetaria mucho más restrictiva por más tiempo en combinación con presiones inflacionarias persistentes. Además, el alto apalancamiento de hogares y empresas, que se suma a mayores costos de financiamiento, podrían seguir aumentando los niveles de morosidad. En este último caso, la fortaleza de las instituciones financieras se reduciría.

Por ello, considero que el banco central en EU debe tener una óptica mucho más integral y de mayor plazo. Con ello evitaría que la fijación de muchos miembros exclusivamente en la inflación no nuble su juicio, evitando así un desequilibrio en el sector financiero como el ocurrido en 2008-2009. Parece que las condiciones actuales son muy distintas y este es únicamente un “riesgo de cola” (i.e. un evento con una muy baja posibilidad; por ende, se encuentra en una de las colas de la distribución de probabilidades). Aun así, se requiere un manejo prudencial sobre otros riesgos relacionados a quiebras de bancos regionales —como ya ha sucedido en casos muy limitados en 2023 y 2024 —, incremento en las tasas de morosidad y dificultad en el manejo de las hojas de balance de algunos bancos, entre otros.

A manera de conclusión y reflexión, el cúmulo de indicadores económicos y financieros abonan a una narrativa hawkish (restrictiva) del Fed. Ello aduce a la posibilidad de que mantendría la tasa de los Fed funds sin cambios durante varios meses más. Uno o dos recortes de tasa hasta finales de este 2024 dependerá del grado de moderación económica en el segundo semestre, la trayectoria de la inflación y la situación financiera de Estados Unidos. Quizás tendrán mayor convicción de ajustes más importantes más entrado el 2025.

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Alejandro Padilla es Director General Adjunto de Análisis Económico y Financiero de Grupo Financiero Banorte. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de Grupo Financiero Banorte ni sus subsidiarias o filiales.

Cuenta de Twitter: @alexpadillasan

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