Sebastián Errázuriz muestra la faceta más artística de Audemars Piguet
El artista chileno creador de Second Nature, obra de la trilogía Art Lounges, reflexiona sobre las similitudes que guardan el mundo del arte y el de la alta relojería.
Sebastián Errázuriz es un artista chileno que siempre usa reloj, sin embargo, éste nunca marca la hora correcta. Su explicación a esta decisión personal reafirma su vena artística: “La hora, esa puedo verla en cualquier lugar. Yo uso este reloj (dice mostrando la pieza de Audemars Piguet que porta con orgullo) porque me parece un recuerdo del ingenio humano. La tengo casi como una obra de arte”.
Y ahonda en su explicación: “De alguna forma, cuando uno compra una obra de arte lo hace más allá del lujo que posee o de su aporte decorativo; la compras porque quieres recordar lo que significa generar algo por amor al arte”.
Errázuriz visitó la Ciudad de México en el marco del Salón Internacional Alta Relojería para exhibir, de la mano de Audemars Piguet, la instalación Second Nature, de su autoría y que forma parte de la trilogía Art Lounges, comisionada por la firma relojera; una obra que reinterpreta los abetos del Vallée de Joux y que da testimonio del pasado, el presente y el futuro de la firma de Le Brassus.
Al resguardo de la exclusiva suite de Audemars Piguet, el artista chileno compartió con Forbes Life sus reflexiones más personales en torno a las similitudes que guardan los mundos del arte y la alta relojería.
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“Las similitudes entre el arte y la alta relojería son muchas. La primera es la noción de la importancia del tiempo como un elemento existencial. El relojero entiende que está generando un elemento que nos permite medir el paso del tiempo en una escala de la vida. El artista, en tanto, siempre trata de generar obras que nos recuerden que estamos vivos y conscientes”.
Y continúa: “Hay que pensar que un relojero que dedica seis meses a crear un reloj sólo tiene cierta cantidad de relojes a los cuales puede entregar su vida, y por ello, cada persona que compra un reloj que fue hecho a mano está comprando también la cantidad de tiempo de vida de una persona. De manera similar, un artista genera un trabajo en el cual entrega toda su pasión y su vida a menudo sin saber si su obra será comprada”.
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Errázuriz identifica un tema adicional a tener en cuenta: la precisión con la cual se comunican las ideas. “Un reloj que no es preciso no será capaz de indicar de manera apropiada del paso del tiempo. De igual manera, un artista que no tiene la capacidad de entender cuáles son las herramientas y recursos que tiene para comunicar sus ideas, va a comunicarlas como si éstas estuviesen contaminadas”.
El artista considera que a través del arte se invita a los relojeros a que aprecien su trabajo de manera diferente. Tanto como hace él cuando porta una pieza que nunca marca la hora correctamente. “De momento, decirle un relojero: tendré tu reloj pero no voy a ponerle nunca la hora, puede sonar como un afrenta a alguien que dedica su vida a hacer una máquina que funciona de manera perfecta… pero cuando le dices, mira, haré esto porque quisiera que valoráramos el componente escultórico del arte conceptual que refleja un reloj, en el fondo, ese el máximo piropo y el mayor respeto que podría darle”.
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