‘Mi nombre era Eileen’

El enamoramiento visto desde un ángulo retorcido pero ciertamente eficaz y poderosamente femenino en la historia de la Eileen del título (excelente Thomasin McKenzie), una chica introvertida que trabaja como secretaria en la cárcel del condado. Hija del exjefe de la policía (Shea Whigham) de un pueblo de Massachusetts, un alcohólico señalado como violento (apunta con su pistola desde la ventana de su casa a los niños que caminan rumbo a la escuela) y como responsable de la locura y muerte de su esposa, la chica compra cada tarde las tremendas dosis de licor y tabaco que su padre se zampa de vez en siempre, observa embelesada a un presidiario (Sam Nivola) coetáneo suyo sentenciado por asesinar a su padre e imagina encuentros furtivos con un joven guardia (Owen Teague) cuando se encarga de la visita de los familiares a los reos mientras se masturba. Menospreciada con vileza por su padre y las ya maduras compañeras de trabajo, la vida de Eileen da un vuelco cuando hay un cambio de psicólogo del penal: se jubila el odioso doctor en turno y su lugar lo toma la atractiva doctora Rebecca (Anne Hathaway, también excelente), por quien la joven Eileen se siente atraída de inmediato cuando ella la trata con deferencia. Conforme su relación se vuelve cercana, Eileen cambia incluso en su forma de vestir y elige prendas del guardarropa de su madre a pesar de las heladas que sufre por su carro maltrecho que debe mantener con las ventanillas abajo para no intoxicarse con el humo que se mete desde el motor. Incluso su padre machista le dice que ha cambiado y se ha vuelto “casi interesante”. Con humor y con vueltas de tuerca que dan nuevos sentidos a la trama, honrando el sentido hitchcockiano de este filme que no por casualidad tiene un personaje de nombre Rebecca, el cineasta William Oldroyd hace de su segunda película una confirmación del talento ya mostrado en su ópera prima, la disruptiva Lady Macbeth protagonizada por Florence Pugh. Las poderosas actuaciones de sus dos protagonistas, con el peso más inclinado hacia la joven Thomasin (de Jojo Rabbit y El misterio de Soho), transforman esta historia, que podría creerse se centraría en una relación lésbica en el Estados Unidos sesentero, en un complejo entramado sobre la amistad, el amor, la venganza, el abuso sexual, los entornos familiares tóxicos, el placer, la violencia, la búsqueda de justicia, la salud mental y, sobre todo, la liberación de las arraigadas ataduras. La película adapta la novela homónima de Otesssa Moshfegh.

‘Furiosa’

De la saga Mad Max ha llegado a los cines la historia de Furiosa, una película que transcurre a lo largo de unos 15 años previos a las acciones vistas en Furia en el camino en la cual Charlize Theron lucía sus cualidades para el cine de acción distópico con un profundo trasfondo ambientalista y feminista. Furiosa sigue por esos terrenos reflexivos aunque estos sean consecuencia de la trama sobre la Furiosa del título (Anya Taylor-Joy confirmando su ilimitada capacidad de registros actorales), quien es secuestrada por una pandilla de motociclistas que ha encontrado por pura casualidad el oasis mítico del Valle Verde en el que vive la niña. Y aunque no logran dar con el lugar, se llevan a Furiosa con Dementus (Chris Hemsworth hilarante), quien pronto la vuelve cercana pero acaba por entregarla al Immortan Joe con tal de llevar a cabo su plan de dominación del desierto donde habitan. Convertida en una de las esposas del macabro líder, Furiosa vuelve a escapar gracias a sus habilidades para la supervivencia y la vehemencia para conseguir el regreso y la venganza por el asesinato de su madre. Así, logra volverse mano derecha y amor platónico de Praetorian Jack (Tom Burke), el mejor chofer para repartir los ansiados y escasos víveres que se intercambian en el desolado desierto. Con escenas de acción de alto impacto, el cineasta australiano George Miller regresa al universo que volviera mundialmente conocido a Mel Gibson para redondear la historia de Furiosa. Con referencias fílmicas a las tres películas previas de Mad Max y evidentemente a Furia en el camino, Miller va llenando huecos y abriendo ramificaciones, hablando de las crisis ambientales que en su distopía ochentera parecían alucín escandalizante pero acá son reflejo de una realidad innegable, tocando el tema del empoderamiento femenino tal cual lo había hecho con Charlize: desde el otrora cine de acción que solo daba héroes masculinos en escenas de violencia tan cruda como esa amputación que deriva en escape vindicativo servido en bandeja helada. En Miller no hay escenas sexuales pero sí alusiones tremebundas al abuso. En Miller lo que predomina es el entretenimiento, con carros y motos en persecuciones espectaculares, en combates vertiginosos y violentos que le dan con sus sonidos la música a esta película carente de score. Y todo eso se desarrolla con unos trasfondos que, como ha dicho el propio cineasta, no son la esencia del film pero lo circunscriben a su tiempo, uno en el que la reflexión es imprescindible e inevitable. Y esta es su forma de ver el mundo.

*Javier Pérez hace reportaje, crónica y entrevista, así como crítica de cine y cobertura de temas culturales. Dirige ForoFoco. Nadie quiere acompañarlo al cine: no para de comer palomitas ni de hablar de otra cosa.

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