Por Eduardo Navarrete*

Alvin Toffler escribió en los años 60 “Future Shock”, un libro que anticipó el impacto de una rápida aceleración del cambio tecnológico y social. Ahí, Toffler presentó el término “choque del futuro” con el que describió la desorientación que sentimos en el momento que enfrentamos un ritmo de cambio abrumador.

En una entrevista, Toffler habló de una visita a Japón en 1965, en la que conversó con el joven ingeniero Masaru Ibuka, quien luego cofundara Sony. Ibuka le transmitió su visión de futuro en el que los dispositivos electrónicos no solo serían más pequeños y accesibles, sino que detonarían la transformación de manera definitiva del estilo de vida y el trabajo de la sociedad.

En ese momento, la idea de Ibuka representaba un choque del futuro. ¿Qué iba a pasar con el telégrafo y con la máquina de escribir, por ejemplo? La visión de Masaru Ibuka demandaba un activo con el cual permear y traspasar la barrera que había encontrado. Esa habilidad podría llamarse “liquidez mental”, una capacidad para adaptarse con suma agilidad y pensar por encima de las limitaciones aparentes.

Un modelo mental al que Einstein se adaptó

La idea de liquidez mental representa la adopción de un nuevo modelo de representación del mundo, pero también una perspectiva autocrítica al trastocar el abandono de creencias precedentes, un factor que reta al ego, con lo que se accede a un nuevo set de información, habilidades y perspectivas. Esta habilidad resulta estratégica, pero rara porque la experiencia dicta que, mientras cambiar de opinión es de sabios, pocos aceptan lo que la sabiduría involucra.

Hablando de sabios, Albert Einstein era un enamorado de la física clásica. Si hubiera podido hacerla presidenta, él habría redactado las bases del partido. Cuando inicialmente se le presentaron los preceptos de la teoría cuántica, simplemente la rechazó.

Pasado un tiempo —y a pesar de su reticencia inicial— reconoció la validez de esta teoría, luego de valorarla desde otra perspectiva a la que estaba acostumbrado. En su genialidad había espacio para la amplitud y la flexibilidad.

Qué prefieres: ¿ser feliz o tener razón?

El que alguien confunda una convicción personal con la negativa a considerar otros datos, hechos o argumentos que podrían alimentar y cambiar sus creencias, lo hace terco y pequeño en criterio. Se trata solo de un sistema de creencias que al negar otros, pierde la oportunidad para crecer y nutrirse. Pero en momentos históricos en los que la certeza parece más atractiva que la verdad, la ilusión “del fin de la historia” obliga a las personas a levantar un altar a sus propias creencias, sin siquiera retarlas o cuestionarlas de manera superficial.

A esto sumemos que la tecnología no cuenta con la cortesía de esperar. El desenfrenado contexto tiene el mal de la ansiedad; una dosis de flexibilidad mental no vendría mal a tanto monolito y leyes aparentemente inmutables. De ahí que actualizar las creencias, como quien lo hace con el sistema operativo de su teléfono o con la versión de su navegador, aporte el poder dormir con una sonrisa genuina. Y nueva.

Diseño de futuros y liquidez mental

Ya sea dentro del contexto profesional de un estudio prospectivo o al llevar a cabo una mirada ocasional que busca señales de cambio, tener liquidez mental hace cuestionar supuestos arraigados —incluso de los propios modelos prospectivos— y así explorar el presente desde otra primera persona. Si la incertidumbre es navegada con flexibilidad cognitiva, se harán viables —y visibles— las oportunidades emergentes.

En el Diseño de Futuros o prospectiva, esta liquidez mental tiene el mismo poder que un wildcard (evento con una baja probabilidad pero de alto impacto que, si ocurre, puede alterar de manera significativa las tendencias actuales y —con ello— los escenarios futuros previstos, como una pandemia). En su ADN flotan sustancias semejantes: energía imprevista, genuina capacidad disruptora, mirada libre de antiguos esquemas, comportamientos inéditos y un impacto transformador.

¿Qué resistencia, entonces, podrían tener las polvosas y pesadas creencias históricas frente a estos wildcards? Imagino un tornado sobre un hormiguero.

No es de extrañar que el simple acto de reconsiderar la perspectiva propia haga mejor persona a quien protagoniza el ejercicio. Pero crear espacio donde parecía no haberlo no solo hace un guiño a la alquimia, sino que gracias a la suma de ese espacio, integra nuevas voces, experiencias y modelos de referencias.

¿Cuántos ejemplos de miopía y pensamiento lineal se requieren para prevenir riesgos y pérdidas? Hay quienes optarán por la cómoda ceguera ante esto, solo que la redimensión en el ejercicio perceptual de la mente traerá una visión crítica propia.

En este espacio autoreflexivo y puntilloso es que se detonan la necesidad y el cultivo de liquidez mental: de haber patrones que evidencien la falta de curiosidad, choques de ideas constantes o una sensación de estatismo, sería útil conducir un ejercicio de autoevaluación crítica en torno a las propias suposiciones y prejuicios.

Diseñando futuros libres de creencias absolutas

Desde el punto de vista anticipatorio, los Estudios de Futuros se han dedicado a desarrollar modelos y cartas de navegación que mediante la recolección de señales de cambio, generan procesos de análisis, interpretación y prospección para entonces aportar estrategias de gestión del cambio.

Nada de esto será efectivo sin el olfato e instinto de Toffler e Ibuka. La flexibilidad y la adaptabilidad, sea con una intención prospectiva profesional o cotidiana, se conciben hoy más como mapa y ruta a la vez. El fundador de Visa, Dee Hock, por ejemplo, advirtió que las creencias se vuelven sumamente riesgosas toda vez que se consideran absolutas, solo que el espejo rara vez tiene la capacidad de voltear a verse.

En el origen, todos buscamos estabilidad pretendiendo retar las condiciones cambiantes de la naturaleza con entretenidas ilusiones de control. Y así nos va. Ya que hay dos o tres lecciones acomodadas (no necesariamente aprendidas), se respetan las fuerzas de cambio con la diplomacia del entendimiento de la impermanencia y la interdependencia.

O por lo menos, con el suficiente espacio mental para dejar de necear al saber que las convicciones más fuertes podrían ser las más equivocadas.

Contacto:

* Eduardo Navarrete es especialista en Estudios de futuros, periodista, fotógrafo y Head of Content en UX Marketing.

Linkedin: https://www.linkedin.com/in/eduardo-navarrete

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