La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advirtió que las altas tensiones geopolíticas siguen siendo un riesgo adverso significativo a corto plazo, particularmente si los conflictos en evolución en el Medio Oriente se intensificaran y perturbaran los mercados energéticos y financieros, pues esto elevaría la inflación y reduciría el crecimiento económico.

De acuerdo con las más recientes Perspectivas Económicas de la OCDE, alrededor del 30% del comercio mundial de petróleo y 20% del gas natural licuado se transporta a través del Estrecho de Ormuz, sin medios alternativos para llevar estos volúmenes al mercado.

El organismo señaló que si bien es poco probable que un conflicto detenga por completo el flujo de energía a través del Estrecho, las perturbaciones de corta duración en el comercio de energía tendrían grandes impactos, uno de ellos se relaciona con implicaciones a corto plazo por un aumento inesperado de los precios del petróleo. 

En un escenario, un aumento de los precios del petróleo de 25% en promedio en el primer año y de 10% en el segundo año, con un repunte inicial de 40% en el primer trimestre del shock, llevaría brevemente los precios del petróleo a los picos observados inmediatamente después de la invasión rusa a Ucrania. 

Este escenario también supone que las condiciones financieras mundiales se endurecerán, debido a la reevaluación del riesgo tras el shock, con una caída de 10% en los precios de las acciones mundiales y mayores primas de riesgo de inversión. 

Además, agregó la OCDE, el impacto de una intensificación de los conflictos en curso en Medio Oriente y los consiguientes aumentos de los precios de la energía podrían magnificarse si aumentaran sustancialmente los costos de envío y elevaran la medida en que estos se trasladan a los precios de importación. 

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Por ejemplo, los daños a los petroleros que viajan a través del Estrecho de Ormuz alterarían significativamente el ya muy ajustado equilibrio de suministro del mercado mundial de crudo, lo que agravaría los aumentos de los costos de envío y generaría retrasos en el suministro físico de petróleo, incluso si los buques continuaran transitando el Estrecho. 

Aunado a lo anterior, si el transporte marítimo a través del Mar Rojo corriera mayores riesgos, podría haber un nuevo aumento en la proporción de buques que utilizan la ruta más larga del Cabo de Buena Esperanza. 

También podría verse obstaculizado el uso de importantes centros marítimos-aire en Oriente Medio que conectan el comercio asiático y europeo. Tales perturbaciones afectarían aún más el crecimiento general y la capacidad de los proveedores para adaptarse a las crisis.

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