El éxito en los negocios se alcanza cuando incrementamos nuestros ingresos sin sacrificar el margen de utilidad. Todos los negocios, sin excepción, están hechos para generar utilidades, lo demás son palabras que se lleva el viento, verdades de Perogrullo y cosas que se dicen.

Es por ello que todas nuestras estrategias tienen que estar enfocadas a cuidar esta recompensa que se espera por correr el riesgo de entrar a la aventura empresarial. Dicho esto, las aventuras presentan retos que hay que enfrentar sí o sí. Hay veces que tenemos tiempo de planear y dejar todo en tinta y papel y otras en las que tenemos que hacer uso de nuestra intuición e improvisar.

Los mitos y leyendas que nos llegan desde tiempos antiguos nos permiten ejemplificar con mucha claridad la diferencia entre los retos que desafiaron la inteligencia de dos héroes: Virabhadra y Guillermo Tell. La sabiduría de la tradición de la India se representa por un guerrero extremadamente feroz y temible; la historia fundacional de Suiza nos cuenta de un arquero de extraordinaria puntería. Ambos enfrentaron pruebas y las resolvieron en forma muy diferente: uno planeó, el otro improvisó. Así, hoy empresarios y ejecutivos podemos aprovechar estos ejemplos para dar cara a nuestros desafíos.

Virabhadra fue creado por la ira de Shiva —una de las deidades principales de la India—. Satí hija de Daksha —otra deidad importante— desarrollo una devoción por Shiva, lo adoró y le pidió que la admitiera en su casa. Daksha no estaba de acuerdo, pero tuvo que aprobar que su hija se fuera, aunque tal vez, esa aprobación no era tan sincera. Satí desposó a Shiva. Un día, Daksha invitó a todos a una gran fiesta, pero no a Shiva ni a su hija. La necesidad de Satí de asistir al evento, debido a su afecto hacia sus padres, fue superior a la etiqueta social de no ir a una ceremonia a. la que no estaba invitada; así, Daksha la insultó frente a sus invitados. Enfurecida después de escuchar insultos contra su marido, se prendió fuego y se inmoló. Cuando Shiva se enteró de lo que había sucedido, en un ataque de ira, se quitó un mechón de su cabello y lo golpeó en el suelo. Así nació Virabhadra, un guerrero temible destinado a acabar con Daksha.

Virabhadra entiende la trascendencia del reto que tiene frente a sí y sabe lo que implica enfrentar a Daksha. Para ello dispone una secuencia de posturas que revelan la preparación que debe tener un guerrero para enfrentar los grandes retos. Estas asanas son progresivas.

El guerrero asienta bien los pies en la tierra para ganar estabilidad y eleva los brazos al cielo para medir sus posibilidades; en seguida, estira la pierna trasera y abre los brazos en un compás para medirse con respecto a su contrincante, entonces, estira la pierna de atrás, con una mano se apoya en la pantorrilla y con la otra toma la flecha que tiene en la espalda y sólo entonces, habiéndose preparado y con todos los factores controlados, se estira hacia adelante con toda su fuerza para lanzar la flecha en contra de su objetivo.

El ejemplo de Virabhadra es el del guerrero que planea, se prepara con toda su concentración para tener éxito. Virabhadra entiende que tener una actitud optimista no es suficiente para triunfar, sabe que debe cuidar cada detalle para cumplir con la misión que Shiva le asignó. El mundo profesional la lógica funciona mucho como la visión de este guerrero: ganar es el premio que se obtiene después de la preparación. No podemos destruir nuestras metas por no haber llegado listos y a punto para enfrentar el reto.

Claro que no siempre tenemos todo el tiempo del mundo para planear como enfrentaremos nuestros desafíos. En ocasiones, el desafío nos está esperando a la vuelta de la esquina o escondido en un rincón y nos salta encima sin que lo esperáramos. Nos sorprende y tenemos que hacer acopio de todo el temple, toda la experiencia e intuición para salir adelante de la mejor forma posible. La leyenda de Guillermo Tell es esa forma de darle la cara al reto.

Guillermo Tell era un arquero con una puntería tan exacta y sorprendente que se había ganado el respeto de su comunidad. En aquella época, la Casa de Habsburgo se había anexado algunos cantones suizos en el alto Rin y las del Tirol. Cierto día, Tell pasaba por la plaza mayor acompañado por su hijo y se rehusó inclinarse en señal de respeto ante el sombrero instalado en la plaza simbolizando al soberano de la Casa de Habsburgo. Ante la falta de respeto, lo llevaron detenido. Para salvar la vida, le dicen que tiene que partir en dos una manzana con una de sus flechas y él muerto de risa acepta el reto. Lo que no sabía era que la manzana estaría sobre la cabeza de su hijo. Tell tuvo que hacer uso de todo su temple, sangre fría y puntería para que la flecha diera con el objetivo en vez de traspasar a cabeza de su hijo. Sabemos que lo logra.

La leyenda de Guillermo Tell nos lleva a reflexionar cómo, incluso si tuviéramos la misma puntería que tenía el arquero, hay elementos que no podremos controlar y a los que les vamos a hacer frente. Hay eventualidades que nos dejaran nerviosos. No tenemos la certeza de cómo reaccionará el mercado ante ciertas estrategias ni lo que harán nuestros competidores ni cómo responderán nuestros consumidores. Hay reacciones que nos sorprenderán y que no podremos anticipar. No importa, habremos de hacer uso de nuestro acervo. Ir más allá de nuestra sorpresa y tomar al toro por los cueros en vez de dejarnos apabullar por el desconcierto. Estoy segura de que Guillermo Tell tuvo sus dudas, pero no se permitió quedarse apabullado ni se achicó. Resolvió.

Las figuras de héroes como el guerrero Virabhadra o del arquero Guillermo Tell nos muestran las posibilidades de nuestra conciencia, de esa fuerza de creatividad puesta en acción en momentos distintos: uno, en el que se nos permite planear, prever y anticipar, es decir, prepararnos; otro, en el que nuestra capacidad de respuesta está unida a nuestra naturaleza interior, al inventario de habilidades personales que nos permiten resolver y encontrar una ventaja para usarla a nuestro favor.

Tanto Guillermo Tell como Virabhadra nos hacen conscientes de la fortaleza que tenemos y debemos de utilizar en el momento preciso, más allá de las circunstancias. Da la impresión de que estamos hablando de dos puntos distantes en la forma de reaccionar frente a los retos y creo que no es así. Ambos personajes nos ayudan a edificar una filosofía profesional y empresarial. En los dos casos, estos héroes entendieron la situación y encontraron una forma de hacerle frente.

Planear o improvisar no se trata de posturas antagónicas cuando sabemos y tenemos claridad del objetivo que queremos alcanzar. No se trata de una bolsa de consejos y trucos que nos dicen cómo resolver problemas, como si fueran recetas de cocina. Me temo que eso no funciona. Es una filosofía que nos ayuda a conseguir resultados y llegar a la meta y estar enfocados en cuidar esta recompensa que se espera por correr el riesgo de entrar a la aventura empresarial.

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