Vivir en una gran ciudad debería ser considerada una actividad de alto riesgo. Aunque parezca broma, esta frase se está confirmado y reiterando con mayor frecuencia. No es para menos, a las presiones derivadas de los problemas de basura, tráfico, ruido, estrés, inseguridad, hacinamiento y violencia, hoy es necesario sumar el agravamiento de la escasez de agua, la contaminación, radiación solar, el calor abrasante y las severas complicaciones de salud que acarrean todos estos temas.  

La vida pasa entre crisis y crisis, tensiones por una convivencia cruda, cruenta, explosiva, se denotan y se agravan las agresiones, la cotidianidad se polariza; mejor ni enterarse de las noticias, no hay día sin crimen, sin nota roja, sin una señal de agravamiento social. 

Hoy además debemos agregar las temperaturas récord (que seguirán subiendo y marcando nuevas marcas). Nos pega de sobremanera, la radiación solar pasara la factura mediante muchas enfermedades y padecimientos. 

No nos queda más que tratar de paliar lo que se recrudece día a día en las ciudades en las que los factores nocivos del cambio climático se dejan sentir con mayor severidad:

1. La escasez de agua

Al faltar el agua no solo se presentan graves problemas de salud e higiene en la población; sino que se afectan servicios fundamentales que las grandes urbes requieren, únicamente los desechos orgánicos producidos diariamente representan miles de toneladas diarias que se acumulan y desecan en las cañerías y que terminarán dispersándose por toda la ciudad.

Nubes de gases tóxicos se combinan con los malos olores, micro-plásticos, polvo y partículas suspendidas para -seguramente- detonar una larga lista de enfermedades y afectaciones.

Millones de vehículos se mueven bajo la aglomeración, su ruido, sus emisiones, su presencia permanente en todo sitio nos hacen más pesada la existencia. Chimeneas, industriales pintan un escenario dantesco de lo que cada día respiramos, ingerimos, tomamos, todos los días. 

Para muchos científicos la respuesta es solo una nos adaptamos, por un tiempo resistimos, pero al final nada nos salvará de todas esas sustancias nos cobran la factura.

2. Enfermedades crónico degenerativas

Las ciudades no planificadas creadas en el desorden y la anarquía suelen ser el caldo de cultivo de la exterminación de todo tipo de vida y la condena lenta, progresiva e ineludible de sus habitantes.

La mayoría de las enfermedades y los padecimientos que originan la desertificación, contaminación y saturación urbanas no son de efecto inmediato; avanzan poco a poco, van consumiendo las áreas vitales por etapas, pausadamente.

Las estadísticas son contundentes: diversos tipos de cáncer, trastornos de los pulmones, el corazón, los riñones, insomnio, depresión, asma, el sistema digestivo, el circulatorio y hasta padecimientos en la piel y los huesos aumentan inexorablemente y se presentan a edad más temprana e incluso en individuos aparentemente sanos y con un estilo de vida y dieta muy saludable.  

¿Las causas? De nuevo, el agua que consumimos, el aire que respiramos, micro-partículas, parásitos, bacterias, basura volátil, sustancias químicas, alimentos contaminados.  

3. Una nueva edición urbana

Los países desarrollados están migrando desde hace años a nuevos materiales, reflejantes del calor, anti-radiación, hasta los colores y las texturas de edificios, casas, bodegas y todo tipo de construcción están ajustándose a las condiciones presentes y futuras.

Cada día, las políticas públicas de avanzada se vuelven ley, entre otras la generación de energías limpias, el reciclaje obligatorio del agua, el control de emisiones, manejo de desperdicios y la generación de zonas de reserva natural, reforestación, captura de la lluvia, es impresionante todo el cumulo de ideas y tecnologías disponibles para atender el problema.

La inteligencia artificial esta poniendo su parte, cambiando la forma en que se distribuyen las cargas vehiculares, la demanda de servicios y abriendo nuevos espacios para el agua, el aire limpio y la captura de carbono en las propias ciudades.   

Entre otras muchas soluciones, se proponen cambios a vehículos híbridos y eléctricos, la suspensión a mediano plazo del uso de combustibles fósiles, las emisiones del asfalto, los aislantes y los impermeabilizantes

Se habla de nano materiales con capacidades de enfriamiento, dispersión solar y producción de energía. Hasta el barro, corredores acuáticos y jardines silvestres de oxigenación forman ya parte del acervo de las urbes en los países más desarrollados.

La vida transcurre muy rápidamente y buscamos cualquier excusa para no reflexionar o hacer algo, quizá por indiferencia, impotencia o porque ya es demasiado tarde. Las ciudades nos atrapan y nos engullen lenta pero inexorablemente.

El patrimonio de toda una vida, nuestro estilo y la rutina deben adaptarse a las nuevas condiciones, si queremos progresar y recuperar calidad, armonía, tranquilidad, salud, sana convivencia. 

Es tiempo de retomar una agenda sustentable, antes de que el hedor de la ciudad nos sofoque y nos provoque algún síntoma “raro” o “inexplicable” que suele ser el anuncio de alguna enfermedad crónica que se venía acarreando desde hace meses.

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