“Anticiparse es el poder más importante. Los perdedores reaccionan, los líderes se anticipan”. Tony Robbins

El proyecto de una empresa familiar puede observarse como el emprendimiento de un viaje. Ambos requieren de organización, planeación y alternativas para cualquier percance. Sin embargo, la mayoría de las veces no sabemos cómo empezar de forma ordenada y caemos en una indecisión perjudicial. Recuerdo a propósito de esto, una historia sobre dos monjes, uno rico y otro pobre.

El de menos posesiones, comenzaría una larga peregrinación, por lo que fue a despedirse del adinerado monje que deseaba hacer el mismo recorrido, pero no lograba prepararse para ello. Así que preguntó al monje pobre qué llevaría consigo, éste respondió que un jarrón para tomar agua y una vasija para pedir comida. Un año después regresó el monje pobre a contar cómo le había ido en su peregrinación y el monje rico seguía sin terminar los preparativos para iniciar su propio viaje.

Una empresa familiar, para ser exitosa, debe contar con un plan de crecimiento, de modo que asegure su rentabilidad a largo plazo, es decir, debe establecer un programa que visualice y asegure la continuidad del negocio.

Pero ¿Qué es un plan de crecimiento, en qué consiste? Es, en términos generales, un documento que señala los objetivos, estrategias y acciones de la empresa para alcanzar su máximo crecimiento. Esto implica aspectos de la estructura organizacional; soluciones a posibles contratiempos y, muy importante, posibilidades de financiación, en pocas palabras, un documento que establezca la manera de proceder en el futuro.

Hay varias razones por las que una empresa familiar puede no poseer un plan de crecimiento adecuado, por ejemplo, confiarse en etapas de bonanza, solucionar únicamente problemas inmediatos o no invertir en especialistas de asesoramiento. Para lograr el triunfo en este proceso se deben tomar en cuenta fundamentos particulares como indicadores de desempeño, ampliación de mercado.

Es un requerimiento determinar parámetros de financiamiento, descripción y estudio de mercados existentes o de interés. Además, es importante tener presente el factor humano, definiendo los objetivos de desarrollo a nivel empresarial e individual. Sobre todo, es imperativo contemplar posibles cambios en el objeto que se comercializa para mantenerse en un estándar competitivo y asumir que el plan puede y debe cambiar si no se están logrando los resultados supuestos.

Una empresa familiar, para ser exitosa, debe contar con un plan de crecimiento, de modo que asegure su rentabilidad a largo plazo, es decir, debe establecer un programa que visualice y asegure la continuidad del negocio.

Es primordial conocer el valor del tiempo, definir objetivos a corto, mediano y largo plazo. Como menciona Cristián Sánchez en ¿Cómo hacer crecer una empresa familiar? Estrategias para llevar el negocio al éxito, “La clave para el éxito sostenible de una empresa familiar radica en su capacidad para adaptarse y evolucionar en respuesta a los cambios en contexto empresarial”.

Para lo anterior, como se señala en ¿Cómo hacer crecer tu empresa familiar?, es indispensable tener una visión clara de lo que se desea obtener, exigir el cumplimiento de las operaciones y alinearse a los objetivos de la empresa. Conseguir lo antes dicho, implica contratar personal capacitado para ayudar a definir cada aspecto del plan de desarrollo.

Las estadísticas de la Encuesta Mundial de la Empresa Familiar, de 2023, consignan algunos puntos que se relacionan directamente con un plan de desarrollo, por ejemplo, que el 79% de los empresarios encuestados, asegura tener un propósito claro para su empresa. Aunado a eso, se apunta que el 77% de las empresas familiares “prevé crecer en los próximos dos años y el 14% confía en hacerlo de forma rápida y agresiva”.

Pero recordemos que la empresa familiar es similar a un viaje: conlleva planeación oportuna y estipulación clara de estrategias, pero sin el extremo de convertirse en aquel monje rico que no emprende su camino por la indecisión y la duda. “La manera de empezar es dejar de hablar y empezar a hacer.” Walt Disney

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