Por Yvette Mucharraz y Cano* y Rodrigo de León González**

El perfil del puesto para la presidencia de la República que será ocupado por el o la candidata que resulte ganador(a) de la elección del 2 de junio, se podría describir de distintas maneras. En la empresa, cuando nos preparamos para contratar un directivo de alto nivel, el análisis de competencias es algo obligado, pero cuando nos disponemos a votar por un candidato presidencial, que probablemente representa el cargo de mayor influencia y relevancia en la vida pública de un país, ¿reflexionamos sobre las características que el o la gobernante debe tener?

Tras realizar un análisis amplio de distintos modelos de competencias que se aplican comúnmente en recursos humanos para empresas privadas, públicas u organizaciones en general, aquí se presenta una propuesta de un modelo que podría ser analizado, a fin de tomar la mejor decisión por parte del electorado antes de ejercer el derecho al voto:

1.- Ética y valores

Honestidad
– Congruencia entre el discurso y las acciones
– Transparencia
– Integridad
Defensoría de la ciudadanía y de los intereses de la nación (bien común)
– Promoción del estado de derecho y respeto a la división de poderes

2.- Rasgos personales

– Habilidad de influencia
– Impacto (dominio de habilidades de comunicación)
– Energía y empuje
– Autonomía

3.- Competencia intelectual

– Capacidad analítica (uso de información para la toma de decisiones)
– Agilidad estratégica (balance entre los resultados de corto, mediano y largo plazo así como de variables internas/ externas y su impacto)

4.- Gestión del cambio

– Resiliencia
– Gestión de la complejidad
– Manejo de la incertidumbre

5.- Enfoque en resultados

– Compromiso y responsabilidad
– Entrega de resultados
– Rendición de cuentas

6.- Liderazgo y dirección de personas

– Identificación de actores relevantes y generación de compromiso
– Apertura a la diversidad e inclusión
– Agilidad política

Al modelo de competencias se podrían sumar la experiencia previa, la cual permite visualizar cómo ha ejercido el poder anteriormente y los conocimientos que requiere para desempeñarse adecuadamente (escolaridad, especialización -por ejemplo en materia legal y económica así como la política exterior- e incluso el dominio de algún idioma), dando una ponderación a cada aspecto. En caso de identificar áreas de oportunidad en alguno de los aspectos, habría que considerar la facilidad para desarrollar esta aptitud, el interés y el tiempo para hacerlo.

Aptitud, aspiración y motivación, son tres elementos que acompañan al perfil de la persona que “aplica” para el puesto, además de considerar al equipo con el que podría desempeñar el cargo o del cual obtendría asesoría, además del match con las necesidades, en este caso, de las personas a quienes gobierne.

Es importante considerar que para la cobertura de cualquier vacante, no siempre el desempeño pasado predice el futuro y, por otra parte, hay que identificar y mitigar los posibles sesgos, por ejemplo derivados de la apariencia física, el género, la religión, la posición social, el estado civil, por mencionar algunos que se considerarían discriminatorios. Dados los resultados de las encuestas previas a la elección, es muy probable que tengamos a la primera mujer ocupando la Presidencia de la República, para lo cual sería fundamental preparar los mecanismos necesarios para asegurar que la transición se lleve a cabo considerando los aspectos socio-culturales que no han privilegiado la presencia de las mujeres en puestos de alto nivel en términos generales, aun cuando en los últimos años se ha fomentado la participación de mujeres en cargos públicos en el país.

En paralelo al análisis del perfil del candidato/a presidencial, el elector debe considerar que su voto va más allá de esta contienda, pues la mayoría de los mexicanos no sólo votará por presidente de la República, sino por legisladores federales, locales y cargos a nivel municipal. El electorado podría analizar en una matriz el desempeño y los rasgos de cada candidato(a) a fin de tomar la mejor decisión, considerando factores del entorno como el balance de poderes que requiere una democracia para beneficio de la nación y su desarrollo en el largo plazo.

Votar y motivar a todas las personas que conocemos a que vayan a las urnas este 2 de junio seguramente será fundamental para la estabilidad y fortalecimiento de nuestro país. Es importante recordar que el voto es un derecho y, cuando este no se ejerce, implica una renuncia y no sólo una omisión. No votar es rechazar uno de los pocos privilegios que todos tenemos por igual, no votar no solo supone no participar, sino dejar que aquellos que sí votan tomen decisiones por los que no lo hacen. No votar permite que lleguen gobernantes con poca legitimidad popular y nos restringe el derecho de quejarnos, exigir y supervisar el trabajo y los resultados de aquellos que ostentarán cargos públicos. No votar significa no ser parte del diseño del futuro del país en que nacimos y donde viven gran parte de las personas que amamos. Ojalá este 2 de junio todos votemos y no perdamos la esperanza de que cada elección representa la posibilidad de construir un gran México y que votando ¡cada uno de nosotros sembramos la primera semilla para convertimos en mejores ciudadanos!

Contacto:

*Directora del Centro de Investigación de la Mujer en la Alta Dirección (CIMAD) de IPADE Business School.

**Profesor del área de Entorno Político y Social de IPADE Business School.

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

Sigue la información sobre los negocios y la actualidad en Forbes México

¿Te gusta informarte por Google News? Sigue nuestro Showcase para tener las mejores historias

 

Siguientes artículos

Reboot.MX: lo que debes saber de un ‘reinicio’
Por

En las industrias del entretenimiento, como el cine, series de televisión y videojuegos, el concepto de Reboot se ha uti...

También te puede interesar