El sueño de muchos es recorrer el mundo y conocer nuevas culturas, pero lo que nadie espera es trabajar en lo que les apasiona al mismo tiempo. El chef nómada Diego Muñoz ha conseguido convertir este sueño en una realidad.  Después de 4 años en Astrid y Gastón, periodo durante el cual ascendieron al puesto 14 en la lista de los 50 Mejores Restaurantes del Mundo, Diego decidió que era momento de un cambio radical y, como no podía faltar, las piezas se fueron acomodando poco a poco. En Forbes Life tuvimos la oportunidad de conversar con Diego, quien nos contó sobre su carrera, cómo ha sido su vida en el último año, qué espera del futuro y lo que en realidad significa ser un chef nómada.

Foto por: Camila Medina

Su comienzo en el mundo de la gastronomía fue poco convencional. “Yo iba a la facultad de Ingeniería Industrial en Lima, por 3 años estuve estudiando la carrera, cuando me di cuenta que ese no era mi tema porque era prácticamente el último en mi universidad, de la nada me nació dedicarme a ser cocinero y en esa época, en el 98, no era muy comercial dedicarse a ser chef pero aun así mi madre me apoyó y me fui a Canadá a la escuela de gastronomía que termina en París. Y de ser el último pasé a ser el primero”, nos comenta Diego. De igual forma para él en el momento que tomó la decisión de dedicarse a la gastronomía no paró y dedicó todo su trabajo a ser el mejor. Su inicio fue como una revelación ya que conoció la parte buena y pesada de la gastronomía. “Llegué a Mugaritz en el País Vasco, y ese fue el primer restaurante que me hizo ver el estilo de vida de un cocinero. Me acuerdo que vi a Andoni en un programa de cocina de cable, quedé fascinado y pensé que ese era el lugar en el que yo quería trabajar. Mandé una carta y llegué al restaurante para vivir la magia y realidad de la gastronomía”, nos cuenta el Chef. De ahí  comenzó indirectamente su carrera de nómada, ya que comenzó a buscar lugares en dónde cocinar y del 2001 al 2012 su lugar base era Australia, hasta que llegó a Perú a Astrid y Gastón. Diego Muñoz también nos comparte las dos caras de su estilo de vida: “La parte buena de ser un chef nómada es que conoces muchísimos lugares y aprendes de sus culturas mientras cocinas y viajas mucho; la parte mala es que tienes que formar un equipo en cada viaje, antes tenía la permanencia de un equipo que había formado con muchísimo trabajo para consolidarlo y hoy no lo tengo, es más volátil. Siempre viajo con una persona que me ayuda, pero cuando lideraba Astrid y Gastón teníamos más de 50 cocineros. A pesar de todo, este estilo de vida tiene una magia especial y aunque extraño mucho al equipo también disfruto mucho de los cambios”. Sobre cómo adoptó este estilo de vida y recuerdos de sus viajes Diego nos cuenta: “Yo había conversado con los directores de la empresa muchísimo antes de salir del restaurante, casi un año antes pero no podía dar el anuncio mediático con tanta antelación, estaba a un mes de salida y todavía no sabía qué hacer después de Astrid y Gastón. Pasaba el tiempo y decidí que me dedicaría a viajar entonces por un amigo escuché de una persona que te ayuda a encontrar lugares dónde cocinar en el mundo, lo contacté y aquí estamos. Todos mis viajes han sido buenos recuerdos, alguno más difícil que otro, pero todos los he disfrutado y he aprendido mucho”.
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