A sus 12 años, Eufrosina Cruz Mendoza salió de su pueblo en la Sierra Sur de Oaxaca. La niña indígena zapoteca empacó sus pertenencias y el deseo de escribir su propia historia, para cambiar la realidad a través de la educación. Y es que ella fue la única de 10 hermanos que logró estudiar.

“Para mí, la educación es la herramienta más hermosa que hay para cambiar la narrativa […] yo rompí el eslabón hace 15 años, [cuando] no podíamos ejercer ese derecho [a votar] en mi pueblo”, dice, en entrevista con Forbes México, Eufrosina Cruz, diputada por el estado de Oaxaca. Así fue como ella se convirtió en activista y descubrió su gusto por la política.

En México, la población de 15 años y más, hablante de lengua indígena, registró un nivel de escolaridad promedio de 6.2 grados (equivalente a primaria completa). La cifra es menor a la de la población no hablante de alguna lengua indígena de 15 años y más. Esta reportó un nivel de 10 grados de escolaridad.

La diferencia en escolaridad fue más notable en las mujeres hablantes de lengua indígena. En promedio, tuvieron 5.8 grados de escolaridad, contra 9.9 grados de las no hablantes de lengua indígena. Los hombres que hablan alguna lengua indígena tuvieron un promedio de escolaridad de 6.7 grados y uno de 10.1 grados los no hablantes de lengua indígena, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).

Eufrosina fue una de las primeras mujeres indígenas en asumir un cargo de elección popular, y pionera de una reforma a la Constitución en 2014 para que las mujeres indígenas pudiesen ejercer su derecho de votar y ser votadas en sus comunidades.

Se define como una mujer indígena zapoteca de la sierra sur de Oaxaca que “entendió que con su origen no podría definir su historia, cuánto dolor conlleva al darte cuenta que no tienes derechos por ser mujer indígena, en las comunidades étnicas las niñas no juegan con muñecas, ellas hacen tortillas. Así que de niña imaginé y soñé con otras oportunidades […] recuerdo a mi maestro cuando me dijo afuera hay otros colores y olores, entonces entendí que tenía que cambiar mi historia y la de las demás mujeres indígenas”.

En México se contabilizan 23.2 millones de personas de tres años y más que se autoidentifican como indígenas, lo que equivale al 19.4% de la población total de ese rango de edad, de acuerdo con el último informe 2022 del Inegi.

En 2020, la población total en hogares indígenas era de 11,800,247 personas, lo que equivale a 9.4 % de la población total del país; 51.1 % de la población en hogares indígenas eran mujeres y 48.9 %, hombres. La relación entre hombres y mujeres indicó que había más mujeres que hombres (96 hombres por cada 100 mujeres).

Para las mujeres indígenas y afromexicanas, las brechas de participación política y los obstáculos que enfrentan son históricas y muy profundas, advierte, en entrevista, Nadine Gasman, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres).

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“En el ámbito político hemos avanzado mucho, la paridad nos tiene que servir a todas y, [sobre todo] a las mujeres indígenas, aún se tiene que romper las brechas de desigualdad”, dice.

La otra historia

Otra de las mujeres que marcaron la historia dentro de las comunidades indígenas fue María de Jesús Patricio Martinez (Marichuy) pues, en 2017, fue la primera mujer indígena en postularse como candidata independiente para la presidencia de México, representando al Congreso Nacional Indígena (CNI) y al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Sin embargo, no logró juntar las 866,593 firmas que los candidatos independientes necesitaban para optar a la presidencia.

El avance no fue gratuito y corresponde a la lucha zapatista. El primero de enero de 1994 circuló el órgano informativo del EZLN, donde junto a otras leyes se publicó la Ley Revolucionaria de Mujeres, que el 31 de diciembre apareció en Enlace Zapatista. Esta leyconsta de 10 puntos en los que las zapatistas enuncian derechos de igualdad y justicia entre los que están: trabajo con salario digno, elegir a su pareja, no ser obligadas a contraer matrimonio, decidir cuántos hijos tener, educación, no ser golpeadas o maltratadas físicamente, castigo severo en caso de violación y opción a ocupar cargos de dirección y militares.

En el 2018, la LXIV Legislatura de la Cámara de Diputados aprobó 13 diputaciones indígenas de siete entidades de la República y de las cuales, tres fueron mujeres, de acuerdo con el Instituto Nacional Electoral (INE)[1] . Asimismo, con el fin de maximizar la constitución de distritos indígenas, el Consejo General del INE aprobó que, en 13 de los 28 distritos, con 60% o más de población indígena, los partidos políticos deberían de postular candidatas y candidatos que se autoadscriben, de acuerdo con las normas internacionales, como pertenecientes a comunidades indígenas.

Las mujeres indígenas en la política mexicana han enfrentado históricamente múltiples barreras, tanto por su género como por su identidad étnica. Sin embargo, en las últimas décadas, han logrado avances significativos en su participación política, buscando la representación y defensa de sus derechos, así como de sus comunidades, aunque su lucha en tener una agenda indigena sigue en pie.

En el ámbito político y en la sociedad las mujeres indígenas han sido marginadas y discriminadas.

En 2020, 60.5% de la población de 12 años y más hablante de lengua indígena declaró ser económicamente activa. Mientras que el porcentaje para la población no hablante de lengua indígena fue de 62.1%. Según sexo, se observó una mayor participación de los hombres hablantes de lengua indígena (79.2 %) respecto de los no hablantes (75.6 %).

Esta situación fue opuesta para las mujeres hablantes de lengua indígena. De ellas, 42.8 % declaró ser económicamente activa, porcentaje menor con respecto a las mujeres que no hablan una (49.5%).

Cerrar brechas

Eufrosina Cruz Mendoza asegura que aún falta romper brechas en desigualdades y discriminación, en especial, “en los municipios indígenas no existe la paridad, ya como diputada entendí que las propias colegas no votan por los derechos de las mujeres indigenas, siguen pensando que por ser indigenas no razonamos, es un tema que más me ha dolido enfrentar. No han abrazado la causa como tal, la desigualdad de mujeres y hombres en pueblos originarios”.

En la actualidad, existen diversas iniciativas y organizaciones que apoyan la participación política de las mujeres indígenas, como el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) y diversas ONG que trabajan en la promoción de sus derechos y en la capacitación política.

Nadine Gasman, presidenta del Inmujeres, argumenta que las mujeres indígenas deben de tener espacios, pues “si lo dejas al libre albedrío de los partidos políticos no habrá resultado. Necesitamos ampliar la presentación de las mujeres indígenas, el desafío de ellas es que deben demostrar que sí pueden ejercer sus funciones, [pues] es importante que tengan condiciones de igualdad y no violencia, en sus encargos”.

No obstante, la titular de Inmuejeres dice que la próxima presidenta de México debe escuchar la agenda de las mujeres indígenas y apoyar su liderazgo, “debe de haber justicia social, cerrar brechas de desigualdad, que tengamos una mayor representatividad de mujeres indígenas”.

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Las mujeres indígenas en la política mexicana están logrando avances importantes, aunque aún queda mucho camino por recorrer. Su creciente participación no solo fortalece la democracia mexicana, sino que también contribuye a una representación más justa y diversa en el ámbito político.

Este 2024, todo parece indicar que México está listo para tener a su primera presidenta. Sin embargo, Eufrosina Cruz, la mujer indígena que emigró de Oaxaca a los 12 años, cree que no existen garantías de que la próxima gobernante cierre las brechas de desigualdad, y lanza una advertencia.

“No garantiza [nada que tengamos] igualdad, si [la próxima presidenta] no tiene agenda de mujeres, por lo que yo le pido a quien quede [en la presidencia del país] que su prioridad sea una agenda de mujeres y niñas”.

 

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