El mundo ha adolecido de una elevada inflación al menos en los dos últimos años. Las presiones en precios que han enfrentado empresas y familias se han explicado por una coyuntura multifactorial, que va desde las disrupciones en la cadena de suministro ocasionadas por la pandemia hasta factores geopolíticos (e.g. conflicto en Ucrania o las tensiones entre EE.UU. y China). Además, algunos de los choques –especialmente los iniciales– fueron principalmente de oferta, aunque también se han dado otros de demanda –como resultado del fuerte estímulo monetario y fiscal del 2020. 

Esta situación le ha agregado un altísimo grado de complejidad a la conducción de la política monetaria en los últimos años, con bancos centrales que han incrementado sus tasas de interés de manera significativa desde 2021 (en el caso de economías emergentes) o 2022 (en economías avanzadas). A pesar de que el mundo se había acostumbrado a bajos niveles de tasas de interés desde la Gran Crisis Financiera Global del 2008-2009, ahora los tomadores de decisiones han comenzado a reconocer que podríamos permanecer en este equilibrio de tasas más altas por más tiempo. 

El Fed no quitará el dedo del gatillo hasta no ver una inflación más baja

A pesar de una inflación anual que ha logrado mostrar algunas señales más promisorias en los últimos meses, bajando del pico de 9.1% en junio a 6.4% en enero, la economía de Estados Unidos continúa mostrando un desempeño bastante favorable, con un mercado laboral resiliente y un consumo aún dinámico, que continúan ejerciendo presiones en precios. Esta coyuntura podría dificultar una convergencia más rápida hacia el objetivo de 2% del Fed en los próximos trimestres, por lo que ya varios miembros del Banco de la Reserva Federal han externado su deseo de seguir subiendo el rango de la tasa de los Fed funds en los próximos meses y probablemente dejarlo alto por varios meses más, probablemente hasta 2024.

En este sentido, el mercado descuenta una tasa terminal de este ciclo de política monetaria restrictiva en torno al 5.50%, pero con el riesgo de que pudiera ser un poco más alta ante una coyuntura inflacionaria mucho más complicada. Sin embargo, en contraste con la expectativa embebida en la curva de rendimientos en Estados Unidos, descontando una tasa que podría comenzar a bajar a finales de este año, las condiciones actuales de la economía y la inflación probablemente obligarán al Fed a mantener la tasa elevada por más tiempo, hasta el próximo año, especialmente si no se materializa el riesgo de recesión en este 2023.

Esto ha traído consigo nuevamente el debate sobre algunas similitudes en términos de los desafíos que enfrentó el Fed durante la década de los setenta, resultando en una conducción muy agresiva de una política monetaria fuertemente restrictiva por parte de Paul Volcker y que eventualmente terminó en una fuerte recesión [ver “El Fed y la posible recesión” del 5 de julio del 2022]. A pesar de que las condiciones actuales son un tanto distintas, esto nos habla de los retos que enfrenta el banco central en EE.UU. actualmente. 

Síguenos en Google Noticias para mantenerte siempre informado

Otros bancos centrales se verán forzados a ser reactivos

Los desafíos del contexto actual no son exclusivos del Fed. Por lo tanto, otros bancos centrales tendrán que reaccionar de una manera similar ante una inflación que probó ser más persistente de lo que originalmente se tenía previsto, y cuyos efectos de segundo orden podrían ajustar mayores desbalances al marco macroeconómico en los próximos años. Asimismo, el comportamiento de los mercados cambiarios ante el reacomodo de flujos de inversión también es una cuestión que considerar, tanto desde el punto de vista de estabilidad financiera, como los efectos de traspaso de las divisas sobre la inflación. 

En este sentido, es de esperarse que bancos centrales de países desarrollados, como el Banco Central Europeo o el Banco de Inglaterra, continúen con el incremento de tasas en los próximos meses. Lo mismo podría suceder con algunas autoridades monetarias de economías emergentes, como el caso de Banxico, quien probablemente seguirá aumentando su tasa de interés y la dejará ahí en lo que resta del año.

La gran duda recae en la nueva normalidad en el mediano plazo

En general, la situación que estamos experimentando actualmente no ha llevado a una reflexión muy importante sobre cuál pudiera ser la nueva normal en términos de inflación y tasas de interés, al menos en el próximo par de años. Todo apunta a que las condiciones monetarias restrictivas se mantendrán por lo menos en 2023 y 2024, lo cual también ha generado un cambio en los planes estratégicos de un sinnúmero de tomadores de decisiones, quienes por muchos años –al menos en los últimos 15 años– estuvieron acostumbrados a tasas de interés considerablemente bajas. 

Contacto:

*Alejandro Padilla es Director General Adjunto de Análisis Económico y Financiero de Grupo Financiero Banorte. Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y no representan la opinión de Grupo Financiero Banorte ni sus subsidiarias o filiales.

Twitter: @alexpadillasan

Las opiniones expresadas son sólo responsabilidad de sus autores y son completamente independientes de la postura y la línea editorial de Forbes México.

 

Siguientes artículos

Proyectos industria inmobiliaria
Cómo comprar una casa en tiempos de inflación
Por

Hay que hacer un análisis del objetivo de la compra, si será patrimonial, vacacional o una vivienda que se rentará para...