En la comunicación electoral, manipular es usar estrategias, canales, medios, recursos, habilidades, subterfugios e incluso otras personas para influir en las decisiones y controlar las acciones de los demás.

La actividad proselitista requiere de dosis de actuación, simulación, evasión; a veces tienes que utilizar disfraces, matizar y atenuar tus principios, hacer a un lado tus propias posturas, ajustarte a las tendencias y camuflar tu verdadera personalidad; el punto clave es que el elector no pueda distinguir cuando lo haces.

La competencia requiere de afinar los medios, las tácticas y los formatos mediante los que podemos implantar, alterar y modificar conductas para convencer, diferenciarnos, posicionarnos y vencer en las elecciones. Aquí la parte final de nuestro compendio. 

  • Las dos caras de Jano o El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde. Muchos de los esfuerzos de una campaña electoral buscan explotar los arquetipos del inconsciente colectivo a fin de capitalizarlos proyectando una percepción positiva de un candidato.

A través de discursos, contenidos, mensajes, comentarios, anuncios, recorridos y testimonios, se pretende promover e impulsar que el electorado adjudique diversos “roles”, “cualidades” y “atributos” a nuestros aspirantes y sus propuestas y nos elija al momento de ejercer su sufragio.

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Esto funciona de la siguiente manera, utilizando algoritmos, encuestas, sondeos y otras herramientas, se analizan y evalúan las necesidades, motivaciones, expectativas y demandas de lXs ciudadanXs, con lo que se construye un modelo aspiracional de lo que “debería ser el candidato ideal” para cierta posición, cargo, territorio y momento. 

El tono de voz, el lenguaje no verbal, los slogans suelen llenarse de elementos que soportan “valores”, “habilidades” y “características” como el altruismo, bondad, eficiencia, fortaleza, disciplina, constancia, esfuerzo, determinación, empatía, originalidad, autenticidad, sensibilidad; es decir, lo que la gente está buscando ver, escuchar, sentir y recibir de lXs polítcXs.

Esto que parece lógico y simple no es tan sencillo debido a lo efímero que suelen ser los votantes en la actualidad. Sus patrones de conducta son cambiantes; las tendencias suben y bajan en segundos; la audiencia es neofílica, lúdica, acomodaticia, inestable, explosiva y contradictoria en sus referentes, juega al filo de una doble moral frecuentemente, se escandalizan y reaccionan por un evento y se mantienen inertes, indolentes y apáticas ante otras situaciones que podrían parecer peores, reproduciendo esos comportamientos electoralmente.

De esta manera, lXs candidatXs suelen presentarse y ofertarse representando el papel de padres amorosos, protectores, pendientes del bienestar social y terminan siendo todo lo contrario, tiranos, controladores, obsesivos que exigen y demandan obediencia ciega e incuestionable.

Se transforman de héroes a villanos, todo lo que juraban combatir termina convirtiéndose en sus mayores defectos; pasan de prometer y comprometerse a combatir la pobreza y la corrupción a olvidarse de los más necesitados y ser parte de los mayores fraudes, desfalcos y saqueos de las finanzas públicas. 

De esa cercanía, apertura, tolerancia y calidez que ofrecían en sus recorridos por los barrios, solo quedan las autofotos del recuerdo. Habrá que formarse en una larga fila para volver a tener cerca a quienes decir ser nuestrXs vecinXs, compañerXs, amigXs, que digo amigXs, hermanXs, cuando andaban en campaña. 

Para todos los problemas ofrecieron atender siempre había una respuesta, una acción disruptiva, una solución, una propuesta, una gran idea innovadora; a la hora de trabajar solo escucharemos excusas, pretextos, culpas, lamentos, indiferencia, indolencia, incompetencia.

Cuando solo se busca un cargo público para satisfacer las ambiciones personales o de grupo, las personas suelen transformarse, se vuelven lejanas, apresuradas, ausentes, eternamente ocupadas; hasta el humor les cambia, los hace impacientes, intolerantes, egoístas. Es importante entonces distinguir entre lo auténtico y la actuación manipuladora, toma eso en cuenta cuando acudas a votar.   

  • Quien ofrece más por un voto, esa es la cuestión. La digitalización del pan y circo para el pueblo. Corren los tiempos del quien da más por un voto, el gasto de gobierno se va mayoritariamente en sostener “bases de apoyo”, “nóminas electorales” permanentes disfrazadas.

Ante la falta de capacidad de liderazgo, abrir las finanzas públicas para “pagar” aprobación artificial, seguidores y “medios” afines es la moda. Mientras llegue el abono mensual a la tarjetita, esto reditúa en aclamaciones, simulaciones, aceptación y calidez nerónicas.

Si el país se desgaja, se parte a pedazos, la corrupción continúa creciendo y las cifras de muertos, enfermos, pobres, desaparecidos siguen subiendo, no pasa nada; todo se olvida con unos pesos de crédito en el celular, el primer trago o la botana pagadas con esa beca o apoyo. Uno que otro concierto gratuito, descuentos, desfiles o acceso gratis y el menú está servido.     

El desastre que se vive en temas como el agua, una economía de falacias, las terribles fallas en infraestructura, inseguridad, violencia, salud, educación, incendios forestales, comunicación y transporte, se derivan de un ansia generalizada de pagar la adhesión de los votantes, dejando de lado acciones clave y de largo plazo en materia de política pública.

La virtud de este modelo es que puedes incluir extranjeros de otras naciones populistas e incluirlos en tus consideraciones para “acabar de raíz con las causas de los problemas sociales” (sic).

Esos grupos ayudan para divulgar y potenciar el mensaje las redes sociales, sirven de promotores, activistas, funcionarios de casilla, reclutadores, mensajeros, comentaristas y hasta para atacar a los opositores.  

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