La perspectiva de género es un enfoque crucial en el desarrollo de políticas públicas en la sociedad global del siglo XXI. Esta perspectiva reconoce las diferencias de género y busca abordar las desigualdades y discriminaciones que históricamente han afectado a las mujeres y a otras identidades de género.

Más allá de la euforia que trae a la opinión pública la disruptiva escena en la que las mujeres en el mundo compiten por una silla presidencial o por cargos de representación que les han sido negados por siglos, incorporar la perspectiva de género en el diseño de propuestas de políticas públicas será crucial para lograr revertir las grandes disparidades y los ciclos de violencia a los que se enfrentan niñas y mujeres alrededor del mundo.

En ese sentido, es un imperativo incorporar una visión holística de la sociedad contemporánea, multigeneracional e hiperinformada a un gobierno con perspectiva de género que considere a las mujeres y a las personas de otras identidades de género como actores sociales activos en todos los aspectos de la vida.

Eso permitirá que se diseñen políticas públicas teniendo en cuenta las necesidades, aspiraciones y experiencias de todas las personas, independientemente de su género. Al adoptar esta visión holística de la sociedad, las políticas públicas propician el desarrollo de programas efectivos y equitativos, abordando las desigualdades que a menudo pasan desapercibidas, o bien que son politizadas y tomadas como condicionantes en lugar de derechos.

Así entonces, el objetivo fundamental de la perspectiva de género en las políticas públicas debe ser la verdadera reducción de las desigualdades de género y la eliminación de la violencia sistematizada, así como el desarrollo de planes y programas para abordarlas directamente, promoviendo la igualdad de oportunidades y el empoderamiento de las mujeres y otras identidades de género marginadas.

La perspectiva de género también fomenta la inclusión y la diversidad, promueve el reconocimiento de las necesidades y experiencias de las mujeres y otras identidades de género. Por lo tanto, las políticas públicas deben ser flexibles y adaptables para garantizar que nadie quede atrás.

El enfoque de género promueve la participación ciudadana activa, la gobernanza y la gobernabilidad y desarrolla un entorno de verdadera inclusión y equidad. Las voces de las mujeres y otras identidades de género deben ser escuchadas y consideradas desde la formulación de propuestas de campaña hasta su consolidación en políticas públicas y su evaluación de impacto. Esto no solo fortalece la legitimidad de las políticas, sino que también asegura que se aborden de manera efectiva las cuestiones que afectan a las personas de diferentes géneros, edades y condición social.

La incorporación de la perspectiva de género en las políticas públicas es esencial para lograr un desarrollo sostenible. La igualdad de género es un objetivo en sí mismo, pero también está estrechamente relacionada con otros objetivos de desarrollo, como la reducción de la pobreza, la mejora de la salud y la educación, y la promoción de la paz y la justicia. Las políticas que promueven la igualdad de género contribuyen significativamente a la consecución de estos objetivos y a la reconstrucción del tejido social.

La perspectiva de género es un enfoque esencial en el desarrollo de políticas públicas, ya que reconoce y aborda las desigualdades de género arraigadas en la sociedad. Al adoptar esta perspectiva, las políticas pueden ser más inclusivas, equitativas y efectivas, lo que a su vez contribuye al logro de sociedades más justas y desarrolladas. La igualdad de género no es solo un derecho humano fundamental, sino también una piedra angular para el progreso social y económico en todo el mundo.

Por lo tanto, su consideración como eje transversal de los planes de gobierno es indispensable para construir un futuro más igualitario, justo y seguro; más allá del furor de las campañas presidenciales alrededor del mundo.

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