La productividad y la comunicación entre las diferentes generaciones puede verse seriamente afectada por la discriminación por edad (ageism), sobre todo hacia las mujeres.

“Nuestra sociedad es gerontofóbica, siente, expresa y manifiesta desprecio por la edad y por las personas que envejecen. Se valora y premia la apariencia juvenil y se espera que las personas con la edad intenten parecer más jóvenes de lo que son”, explica Claudia Calvin Venero, internacionalista y consultora en temas globales, igualdad, TIC y liderazgo.

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De acuerdo con datos del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), 90% de las ofertas de empleo dejan fuera a las personas mayores de 35 años. Este fenómeno se reconoce con el término Ageism.

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“Es una expresión de violencia social y cultural que discrimina a las personas que viven un proceso natural: el envejecimiento y, sumado a las creencias y estereotipos, es particularmente violento hacia las mujeres”.

Claudia Calvin pone un ejemplo: se escucha con normalidad una frase lapidaria: “Los hombres con los años y las canas se hacen interesantes y guapos; las mujeres con la edad y las canas se hacen viejas, feas y pierden valor”.

Este tipo de expresiones, explica, forman parte de un sistema de creencias, prejuicios y estereotipos que se deriva de la construcción heteropatriarcal de las estructuras laborales y de la toma de decisiones en el espacio de trabajo, tanto público como privado.

“Los hombres han definido los procesos laborales por ser quienes han participado en el ámbito público y en la creación de leyes y reglas históricamente. Cuando la sociedad empieza a cambiar por la creciente participación de las mujeres y porque en el mercado laboral se presentan mujeres con mayor preparación y conciencia sobre su participación, valor y poder, el sistema se tambalea. Es lo que estamos viviendo y presenciando. Es por ello que las mujeres queremos participar en la toma de decisiones de alto nivel; para transformar las reglas del juego y construir espacios de trabajo, procesos y reglas que consideren la igualdad, la diversidad y los múltiples roles que jugamos”, afirma.

Para que las mujeres puedan vencer la discriminación por edad, Claudia Calvin afirma que es necesario que existan cambios en materia de política y leyes, educación, diálogo intergeneracional y una construcción distinta en las mujeres sobre la idea del valor de la edad, la experiencia y los saberes adquiridos.

Una de las formas de generar cambios, explica, es compliar datos sobre la discriminiación por edad, la experiencia de las mujeres de más de 50 años y los talentos y sabiduría que han adquirido en la vida en conjunto, no sólo en su trayectoria profesional.  “Lo que no se nombra y no se mide, no se puede cambiar”, afirma.

Claudia Calvin considera que, como sociedad, es necesario entender que la trayectoria de vida de las mujeres no es lineal, es zigzagueante y debe valorarse y reconocerse como una manera de construir historia, currículo y trayectoria.

“Pienso en Madeleine Albright, la primera mujer secretaria de Estado en Estados Unidos. Ella destaca siempre que una de las experiencias que más le sirvió en su camino profesional y en su puesto como secretaria fue el trabajo que hizo en la escuela de sus hijos cuando eran niños, al organizar fiestas, reuniones y eventos de recaudación. Para muchas personas esas actividades son menores y triviales, “cosas de mujeres”, y son experiencias que a la largan tienen un gran retorno de inversión, productividad, liderazgo y aprendizaje”, añade.

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